Por Fernando de la Luz
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¿Por qué existe la prostitución? A ciencia cierta no lo sé, o tal vez sí, pero eso no es el caso: existe y ya. Es como si tratáramos de filosofar y justificar su existencia. ¿es un mal necesario?, ¿es un producto de la sociedad?, ¿es acaso una desviación de la conducta humana?, esto y más puede ser, pero en nada ayuda a nuestra interrogante inicial. ¿Acaso la prostitución es una creación humana? o planteado de mejor manera , ¿es la prostitución inherente al ser humano? No, no necesariamente. Yo creo y éste es mi muy particular punto de vista, que la prostitución es una deformación del amor, es falta de amor y me atrevería ir más allá: la prostitución es o surge, de la total ausencia de amor y la falta de comprensión de la esencia humana.
La sociedad milenaria ha creado, o ha propiciado la aparición de la prostitución desde siempre como un rasgo característico de dominio y de subestimar la esencia humana. ¿Acaso la intolerancia, la discriminación, la desigualdad económica, no son también producto de esa incomprensión de la que hablamos? ¿Qué tanto sabemos de la conducta humana y qué tanto se ha avanzado en su conocimiento?; claro, todo eso tiene que ver con lo más recóndito de nuestro ser, de nuestro devenir, de nuestra reflexión.
Siendo el ser humano una dualidad de espíritu y materia, genéricamente aceptada por todo el pensamiento filosófico existente y siendo nuestros impulsos y deseos sexuales productos de nuestro ser, ¿podemos encasillar a la prostitución como un deseo o necesidad eminentemente material?, diría más de uno por ahí, producto de la carne hablando de manera maniquea. Creo que sería una aseveración muy temeraria y la pluralidad y diversidad de opiniones se perderían en una discusión decimonónica eterna; ¿o podríamos pensar a caso que esto tiene que ver con la parte animal del ser humano? ¡animal!, ¿sería tal vez la palabra más adecuada?, no lo creo, porque estoy seguro de que los animales apelarían a su derecho de réplica, pues hasta ahora, que yo sepa o que la ciencia lo haya divulgado, ningún animal se prostituye.
Para muchos pueblos, incluso algunos considerados como civilizaciones con un alto grado de desarrollo, el hombre y la mujer son pene y vagina; no vemos a una prostituta como una mujer sino como un objeto; de igual forma al varón prostituido, se le ve como un objeto sexual. Cuánto daría yo porque en el mundo no existiese sólo un Quijote, sólo un Alonso Quijano, ni hubiese existido sólo un Miguel de Cervantes y Saavedra, trilogía maravillosa que dentro de Aldonza, ramera de establo, prostituta de mesón, supo encontrar a Dulcinea y con ella, dignificar a todas las mujeres que han existido en el mundo, lástima que no todos piensen como Cervantes y vivan en la eterna utopía, porque la realidad es tan triste y sórdida, que a veces prefiero encerrarme en ese mundo ideal que donde hay odio ve amor. Cuando intento comprender y definir este mal social, cuando intento descifrar el por qué esa carencia de amor, se me antoja pensar que los hombres jamás han entendido el trascendental significado que tuvo la aparición del Cristianismo en el mundo antiguo.
El Cristianismo dentro de un mundo pagano –definido así en su momento histórico y en referencia no a su falta de religiosidad, porque los romanos eran muy religiosos, sino con referencia a la creencia en el monoteísmo– pero fundamentalmente esclavista, da al ser humano su verdadera dimensión y esencia: el amor. Cuando Jesús dijo: se os ha dicho que debéis amar a Dios sobre todas las cosas; un mandamiento nuevo os doy: y a tu prójimo como a ti mismo. Y es ahí donde cobra una dimensión inconmensurable el amor y alcanza, como dijera Teilhard de Chardin, el valor divino de lo humano. La igualdad es producto del amor y destaca la trascendencia del ser humano en función de los demás. Por eso, cuando Jesucristo perdona a María de Magdala, le dice: porque has amado mucho, tus pecados te son perdonados.
¿Qué es en esencia el hombre?, ¿por qué hay tantas putas y putos en el mundo? A la primera pregunta yo la definiría así: el hombre es en esencia amor y, a la de por qué hay tantas putas y putos en el mundo, la contestaría así: porque no hay amor en el mundo. Qué paradójico y se supone que lo que venden es amor.